Sabías que iba a escribir sobre Ti,
no podía ser de otra manera.
Me demoré más de la cuenta en encontrar las palabras
o en
aceptar el compromiso de rescatarlas- ligera-
de ese espacio increíble
donde reside
lo eterno,
lo poco que vale la pena de este ir y venir.
Me resistí como pude a eternizar tu figura
y a asumir el desafío de
rescatare -valiente-
abandonando insegura
el desapego total.
( la única religión que hoy
profeso con pasión)
desde que deje la inocencia y aquellos viejos paradigmas
que nos hablan de obediencias,
que nos calman con certezas
y nos dan una estación, en las grandes tempestades.
Si creyera en el destino
- si confiara plenamente en los
regalos divinos-
o en conexiones sublimes que te
llegan sin razón,
no dudaría un minuto
en ofrecer a tu nombre y en inmolar
sin temores
Chivos, coderos, castores
toda clase de elementos que dieran
cuenta obligada
de la magnitud elevada
de tu figura señera
... y del guiño que mi hizo la vida
cuando te cruzaste al pasar.
Guardo las frases precisas
que pronunciaste con calma
en esa tibia mañana, en La Frontera lejana
guardo tu llanto y tu risa
los pantalones baqueros y
aquellas botas café
que me enfunde sin reparos para
llamar tu atención.
Guardo la magia vivida,
los momentos que no fueron,
el pasto envuelto en rocío
y las mañanas de invierno
que quedaron suspendidas...
Guardo tu foto arrugada
y esperando tu visita, en sueños inolvidables
guardo tu nombre en secreto
en un bolsillo pequeño que ya me
cuesta cerrar
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